LA CASA

Anoche tuve un sueño, de esos sueños vívidos que parecen verdad, en dónde tienes la duda de si estás soñando o viviéndolo en carne propia…o de esos que asustan, pero a la vez ruegas que no se te olvide cuando despiertes. Soñé que había comprado una casa y que Andrea estaba pequeña, era una casa vieja con muchos patios grandes, tenía muchos cuartos. Era vieja, muy vieja y yo me comencé a preguntar el motivo de aquella compra. El trabajo arduo que me iba a dar quitarle el aspecto de antiguo y traerla a la modernidad.

La compré con muebles antiguos, llenos de polvo y recuerdo que me senté a pensar que había cometido un error. Pero ahí estaba con mi casa vieja y mi hija chiquita.

Empecé a vivir entre esa antigüedad y mis dudas.

Invité a mi hermana un día a que me ayudara a instalarme, para ver si con su aporte lograba la tarea imposible. Pero estando en la cocina, ocupadas lavando y limpiando Andrea me llegó con las manitos llenas de sangre y me asusté pensando que ahora sí era verdad que había cometido un gran error. La revise de arriba a abajo asustada y no tenía ninguna herida, la sangre que no era de ella y era sangre seca...el pánico se apoderó de mí, le pregunté qué había pasado y me dijo que la sangre estaba en el patio grande...corrimos con ella a ver dónde, pero no había nada, no había sangre ni nada dónde se hubiera herido, pero ahí estaba mi hija con la evidencia a la vista.

Rápidamente la bañé en la batea y la bañé...la mandé con mi hermana a qué la vistiera. Cuando se fueron, al darme vuelta la vi...una mujer lívida, flotando me miraba. No me dio tiempo de asustarme pero ahí estaba mirándome sin rostro y yo sin aliento...

Y así de repente ya mi casa, no sólo era vieja, sino también encantada... no era sólo la mujer mirándome, eran hombres, eran presencias a mi espalda, era un amigo invisible de conversaciones con Andrea... yo vivía de susto en susto pensando qué hacer, con frío en la espalda al cocinar y con miedo a darme vuelta. Un día abrí un salón y los vi, perfectamente, haciendo su ¿Vida o su muerte? A varios de ellos en la sala grande totalmente indiferentes a Andrea y a mí, ignorándonos completamente, mirando a través de nosotras. Me fui a mi cuarto con mi muchacha y me encerré. No quería salir más para no toparme con esos habitantes no invitados ¿O la no invitada era yo? Dejé a Andrea dormida y salí...llegué a la sala y no había nadie, me senté y prendí el televisor, a ver si un reality me traía de vuelta a la cotidianidad y ahí lo vi, un hombre alto, sin rostro pero sí con voz y con muchas ganas de contar: el corazón se me aceleró, me tape los oídos para no escuchar, pero mientras más lo intentaba, más fuerte hablaba, él quería que yo escuchara. Cedí a su requerimiento, y él contaba, yo escuchaba, y me di cuenta que su única urgencia era hablar y que yo escuchara nada más...Desperté con esa frase en mi mente "La urgencia es hablar y que alguien te escuche " y supe que tenía que escribir un cuento, y aquí estoy escribiendo mi primer cuento después de muchos años...quien iba a pensar mi amiga Angie que mi musa volvería en forma de fantasma...



 

Biografía: 

Esylmer Ruiz, Lic. en Contaduría Pública y Corredor de Seguros.
Hija, madre, hermana y amiga...Poeta de alma y corazón, desde que tiene memoria... la vida se describe y se vive mejor con Poesía.

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