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Mostrando entradas de junio, 2022

Shaktis y Eros

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Shaktis y Eros eran dos amantes que se habían conocido de otras vidas. Su amor era tan apasionado que cada encuentro entre ellos era encender la hoguera de una pasión que nunca se extinguía. Desde el primer momento en que Shaktis se había entregado a los brazos de Eros, supo que él era el elegido. Sin embargo, ambos vivían a distancia y cada encuentro era incierto en el calendario. Ella era una diosa, él un emperador que siempre tenía diferentes enfrentamientos que lo llevaban a distintas batallas en lugares que no conocía, pero que siempre lo conmovían. En una de esas batallas, Eros fue lastimado con la daga de la traición y estuvo preso por deshonrar su honor. Mientras tanto, Shaktis sin saber de él, entró en un lago de lágrimas, sus noches eran vestidas de luto y comenzó a tejer esperanzas de que algún día volvería a los brazos de su amado. Mientras pasaba el tiempo y Shaktis sin saber de él, creyendo que tal vez se había enamorado de otra mujer, tomó la decisión de emprender el via

Último Empleo

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Llegó de otras latitudes a su nuevo destino. Jamás pensó que esa noche moriría desangrando. Había superado la desgracia de perder su dos brazos en la absurda guerra de ideologías por un país mejor, todo fue un accidente, había caído de bruces cuan largo es y sus brazos fueron amputados de inmediato por una mina antipersonal. Trabajaba desde esa vez, en lo que fuera, a la espera de una indemnización. La noche de su muerte había llegado de la capital, tierra fría de su país. El calor lo sorprendió, nunca había visitado la costa. Ésta vez, le habían ofrecido un trabajo de celador en un taller de vehículos pesados. Había llovido toda la semana y la humedad era palpable. Jamás pensó y a nadie se le ocurrió que podía morir desangrado. Eran las seis de la tarde cuando llegó a Palermo Magdalena. Justo cuando cerraban puertas para terminar la jornada laboral. Él se instaló en su nuevo empleo. A falta de brazos y de sus manos no pudo defenderse, fue asaltado por una nube de mosquitos(zancudos)

Los secretos de las piedras (fragmento)

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los ciclos se desplazan en forma de nubes, el orden de las cosas yace íntimo al movimiento más álgido de la tierra, veo bailar el día en un llanto quieto. las hojas de los eucaliptus se estiran y cuelgan. las flores suspiran matices al perfume de los pájaros. fuimos inocentes amantes de otro mundo, todo lo demás es horror. una soga recorre la tarde, huellas, pestañas bajas destilando huesos, mi árbol en su hora, orilla de sonidos neutros, flagelo de alas. la imagen me mostró un cielo furioso y agitado, nubes unidas a la tierra en un baile final, ví pájaros sucumbiendo a la fuerza del aire y árboles desgarrándose en melodías secas. retrocedí los pasos puros hasta la mitificación, recordé las lluvias de marzo y me ví dubitativa, reconociéndome. ya nada prende sus luces, voy subiendo gamas de colores vivos. lloro mil témpanos a los vientos, voy surcando la llama que crece desde el fin. cerca, la costra de almendras de su cuarpo blanco. pende la máquina del hilo de marfil. él corre ella es

La Laguna de Juan Barreto encalamoca a los curiosos

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Yaritagua, pueblo acogedor y lleno de leyendas, cuentos y aparecidos que todavía conserva su idiosincrasia, su gente hermosa; sus bellas casas y haciendas de caña y de maíz y dentro de los terrenos de la hacienda Santa Lucía muy cercana a la quebrada El Diablito, entre una maleza muy densa, rodeada de muchas maporas y grandes árboles, se encuentra la laguna de Barreto, formada por aguas cristalinas, muy frías, debido a su exuberante vegetación. Los yaritagüeños refieren que su difunto dueño, Juan Barreto, alimentaba esta laguna todos los Viernes Santos, a las 12 de la noche, con grandes bolsas de dinero, a manera de ofrenda, con el fin de darle las gracias por la producción de sus ricas tierras, en las cuales se sembraba la caña de azúcar, el maíz y otros rubros. Asimismo, comentaban que quien se acercaba a este espejo de agua era encantado por el movimiento de sus aguas, las cuales burbujeaban como llamando a los visitantes, por lo que muchos decían que la laguna tenía vida, o estaba

Un lugar en el mundo

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«Hacer de cada espacio donde se esté un lugar limpio, aireado, claro, un oasis para uno mismo y para los otros». Marguerite Yourcenar. Rusia invade Ucrania. Los soldados avanzan despiadadamente sobre lo ajeno, siguiendo una orden o su propia sed de muerte. Los misiles destruyen la infraestructura sin discriminar fábricas, hospitales, escuelas o cuarteles militares. Los incesantes bombardeos acaban con las ilusiones de los jóvenes, la esperanza de los mayores o la vida de los pequeños. Los tanques aplastan automóviles y conductores. Todo da igual. Las lágrimas no alcanzan. A pesar de que algunos puedan salvar sus vidas, no podrán escapar del sufrimiento y la crueldad. Gente desterrada de los hogares que hasta ayer los cobijaba: la anciana en la mecedora, el niño con la pelota en el patio, la maestra frente al pizarrón, el obrero que forja metal o el agricultor que cosecha el trigo para hacer el pan. No parece que fuera a detenerse, al contrario, el conflicto se agrava cada vez más: los