Yo te veo llegar, hijo, me es inevitable. Me asomo a la ventana. Y sonrío. Sin remedio, sin escapatoria posible. Porque por fin te veo tan claramente llegar, porque te veo… Entrás saludando a un perro que ahora no existe, que llamás por su nombre y obedece tus órdenes moviendo la cola. Te veo empujar la puerta de entrada, atravesar el caminito que en tu infancia te llevaba tanto tiempo recorrer. Dejás las valijas en el piso, me llamás afuera, para que salga a tu encuentro. Siempre, siempre salgo a tu encuentro. Y antes de que llegue disponés dos reposeras, me besás la frente y nos sentamos en silencio. Te sentás a mi lado. En silencio, (porque así comienza la buena conversación). Sin hablar, solo con la seguridad que nos da el que está al lado y así continúan las mejores. Estar ahí, en silencio vos y yo un tiempo, todo un tiempo completo. Es un instante mudo antes de contarme cómo te fastidia tu nuevo jefe, pero que por suerte ya estás de vacaciones y que te irás unos días por ahí con

Abandonar sus zonas de confort era una de las premisas para hoy. No hacía mucho que había optado por dedicarse plenamente a su pasión y cada día se proponía un ejercicio distinto. Pero esta vez su paleta de pronto, parecía prestada. Sin estructuras o ideas, solo dejó que el pincel se moviera para la práctica diaria de creación y empezó a combinar, diluir, aclarar… Cargaba las cerdas con el nuevo color y llegaba al lienzo blanco, sin trazos que sirvieran de guía, totalmente blanco. El taller es una habitación amplia, reacondicionada. Estantes en las paredes y en ellos, numerosos tarros, pomos, recipientes con óleos, acrílicos, acuarelas y lápices. Tablas, lienzos, láminas, papeles, paños limpios y multicolores gracias a las caricias húmedas de los pinceles. Un equipo de música, dos o tres banquetas, caballetes… La mañana invitó a un cielo tormentoso que empezó a desplegar su majestuosidad en la tela. Las nubes comenzaron siendo pequeños trazos cruzados, mezcla del blanco de titanio con

Una vez había un niño que se llamaba Bruno, los niños no le prestaban mucha atención en el cole. Cuando regresó a su casa (en la sala de la cocina), se encontró con un talismán que le decía: Bruno... ¡Toca el talismán, Bruno! Se tentó a tocarlo y cuando lo tocó... apareció en un lugar con robots, tablas, bañadores y más cosas. Bruno se quedó fascinado, se tomó un helado con los ahorros que tenía y se encontró con una patineta voladora. La quería tanto... que trabajó una hora en ese lugar, cada ún minuto le daban 100 y con tanto trabajo se la compró y regresó a su casa.  Fue al colegio con lo que se compró y todo el mundo le prestó atención. FIN. Bastian Ferrin SERIE EL COLOR DEL NUEVO TIEMPO Co-creando el futuro Artista:  Melina Litauer http://melinalitauer.com.ar/el-color-del-nuevo-tiempo-3/ 🔹 Biografía: Bastian Ferrin. Tiene 9 años y se encuentra realizando sus estudios primarios. Escribe desde los 7 años poesía e investiga la narrativa. Realiza sus declamaciones con sentimiento y

24 de Enero de 2018, Avenida Matthias Rai, Ciudad Molina Querida Sara: Es una sorpresa que encuentres esta carta en la mesa, de nuestro café favorito, sin embargo tomé la iniciativa de escribirla para que en mi lugar te acompañara en tu comida, ¿y qué mejor forma que recordando varios de nuestros mejores momentos juntos? Para que sonrías mientras tienes un dulce desayuno que disfrutarás. Ya debieron haberte servido tu Croissant relleno de crema pastelera y Mocaccino favoritos si no es que el terco del mesero se demoró como suele hacerlo. Aquella mañana en el Café Ibiza, ya 8 meses y unos días desde la fecha, estabas sentada sola tomando un café mientras esperabas no sé qué, y accidentalmente se desconectaron tus auriculares del reproductor cuando estuve justo al frente de tu mesa, brevemente pude escuchar mi canción favorita de Ramazzotti, que pasaría a ser nuestra favorita pero eso sucedió luego, yo decidí acompañar a esa desconocida con la que solo tenía una cosa en común y era que

Había quedado claro que ese día tendríamos tiempo para nosotros, pero ahora él está viendo la televisión. Tiene el control remoto en su muslo izquierdo, sosteniendo su rostro con la mano derecha, con la mirada fija en el canal de noticias. La corresponsal está transmitiendo desde una joyería en el centro de la ciudad, donde se ha reportado el robo de unos diamantes rosas que se habría mostrado en la exhibición del fin de semana.  Los ojos heterocromáticos de Nero pasan por la escena plasmada en la pantalla mientras aún se escuchan en la lejanía las patrullas de la policía. Él hace un sonido con su garganta, uno decepcionante. Es el cuarto robo en el mes. Me acerco y lo abrazo por detrás, tomándome el tiempo de pasar mi mano por su torso, por encima de su ropa. No deja de mirar la televisión. Tan solo la desvía para ver el remitente que lo llamaba a estas horas. Era Ángelo, su mejor amigo del Instituto, un pelirrojo muy caótico. Decidió rechazarla. Ángelo no volvió a llamar. Comienzo a