Sin límites
Abandonar sus zonas de confort era una de las premisas para hoy. No hacía mucho que había optado por dedicarse plenamente a su pasión y cada día se proponía un ejercicio distinto. Pero esta vez su paleta de pronto, parecía prestada.
Sin estructuras o ideas, solo dejó que el pincel se moviera para la práctica diaria de creación y empezó a combinar, diluir, aclarar… Cargaba las cerdas con el nuevo color y llegaba al lienzo blanco, sin trazos que sirvieran de guía, totalmente blanco.
El taller es una habitación amplia, reacondicionada. Estantes en las paredes y en ellos, numerosos tarros, pomos, recipientes con óleos, acrílicos, acuarelas y lápices. Tablas, lienzos, láminas, papeles, paños limpios y multicolores gracias a las caricias húmedas de los pinceles. Un equipo de música, dos o tres banquetas, caballetes…
La mañana invitó a un cielo tormentoso que empezó a desplegar su majestuosidad en la tela. Las nubes comenzaron siendo pequeños trazos cruzados, mezcla del blanco de titanio con el azul de cobalto. Luego iban surgiendo más crispadas y oscuras. Algunas a lo lejos —después de varias pinceladas— se iluminaban con rayos y potentes descargas eléctricas. Las cercanas, se armaban imponentes y blancas.
Avanzaban la tormenta y el cuadro. Eligió una obra de Vangelis para trabajar. Comenzó a flotar en los acordes y dejándose llevar, habilitó también varios tonos de siena. Los pinceles picaban, tocaban los colores como besándolos tímidamente y bailaban para confundirlos y fundirlos. La paleta se transformó en otro cuadro al que no se le presta atención.
Las nubes se sumaban al espacio, invadiendo los primeros planos con grises oscuros logrados tan hábilmente que ya no eran pinturas. Ya todo el ambiente era nube y tormenta y melodías cada vez más estridentes, con rayos de luces punzantes, hirientes, que cortaban el ambiente espeso para darle vigor y renovar el suspenso.
Amarillos, que no falten los amarillos —pensó. El corazón bramaba fuerte mientras las manos temblorosas por la ansiedad y casi en éxtasis, dejaban nuevas marcas en la paleta. Los pomos no se resistían a la presión. Volcaban sus contenidos, generosos, porque se sabían privilegiados de participar en la hazaña.
Todo logrado: cielo, tormenta, nubes, rayos… Se podía percibir hasta la lluvia no pintada pero tan sugerida que, sin dudas, también estaba.
Los acordes más sonoros y concluyentes coincidieron con una voz:
Hijo, está listo el desayuno. Vamos querido. Te ayudo a vestir.
El padre del niño ciego, había ingresado a la habitación y preparaba su ropa para llevarlo a la escuela.
©María Inés Iacometti
Sin estructuras o ideas, solo dejó que el pincel se moviera para la práctica diaria de creación y empezó a combinar, diluir, aclarar… Cargaba las cerdas con el nuevo color y llegaba al lienzo blanco, sin trazos que sirvieran de guía, totalmente blanco.
El taller es una habitación amplia, reacondicionada. Estantes en las paredes y en ellos, numerosos tarros, pomos, recipientes con óleos, acrílicos, acuarelas y lápices. Tablas, lienzos, láminas, papeles, paños limpios y multicolores gracias a las caricias húmedas de los pinceles. Un equipo de música, dos o tres banquetas, caballetes…
La mañana invitó a un cielo tormentoso que empezó a desplegar su majestuosidad en la tela. Las nubes comenzaron siendo pequeños trazos cruzados, mezcla del blanco de titanio con el azul de cobalto. Luego iban surgiendo más crispadas y oscuras. Algunas a lo lejos —después de varias pinceladas— se iluminaban con rayos y potentes descargas eléctricas. Las cercanas, se armaban imponentes y blancas.
Avanzaban la tormenta y el cuadro. Eligió una obra de Vangelis para trabajar. Comenzó a flotar en los acordes y dejándose llevar, habilitó también varios tonos de siena. Los pinceles picaban, tocaban los colores como besándolos tímidamente y bailaban para confundirlos y fundirlos. La paleta se transformó en otro cuadro al que no se le presta atención.
Las nubes se sumaban al espacio, invadiendo los primeros planos con grises oscuros logrados tan hábilmente que ya no eran pinturas. Ya todo el ambiente era nube y tormenta y melodías cada vez más estridentes, con rayos de luces punzantes, hirientes, que cortaban el ambiente espeso para darle vigor y renovar el suspenso.
Amarillos, que no falten los amarillos —pensó. El corazón bramaba fuerte mientras las manos temblorosas por la ansiedad y casi en éxtasis, dejaban nuevas marcas en la paleta. Los pomos no se resistían a la presión. Volcaban sus contenidos, generosos, porque se sabían privilegiados de participar en la hazaña.
Todo logrado: cielo, tormenta, nubes, rayos… Se podía percibir hasta la lluvia no pintada pero tan sugerida que, sin dudas, también estaba.
Los acordes más sonoros y concluyentes coincidieron con una voz:
Hijo, está listo el desayuno. Vamos querido. Te ayudo a vestir.
El padre del niño ciego, había ingresado a la habitación y preparaba su ropa para llevarlo a la escuela.
©María Inés Iacometti
Biografía:
María Inés Iacometti.
Nacida el 1° de noviembre de 1972 en Santa Fe, República Argentina.
Cantante, poeta, escritora, compositora.
Co-Fundadora y Coordinadora General de Arte Poética Latinoamericana.
Representante Argentina ante la Alianza de Creadores Árabes. (Marruecos)
Creadora del espacio Infinitas Conexiones – Amistad en Poesía (junto a la poeta española Mari Callealta Torres).
Miembro de la Sociedad Argentina de Escritores, del Foro Poético de Editorial Al Aire (España), del Círculo Cultural Internacional de Radio Evolución (México), del Grupo de Creación Literaria La Puerta Verde (Argentina) e integra el Equipo Interdisciplinario Internacional "Las palabras no muerden" del Liceo San Antonio (Colombia), entre otros colectivos culturales.
☼ Obtuvo premios nacionales e internacionales en narrativa, poesía y aforismos.
Publicó:
“Desde mi alma al papel” (Poemario disponible en e-book y tapa blanda en Amazon)
“Poemas al mar” Poemario con el poeta español José Manuel Sáiz (Amazon)
“En el río del tiempo” (novela corta) Editorial Grupo de Escritores Argentinos
"Zona poética" (Poemario con Ana María Paris y Gladys Frutos Faloni) Colección La puerta verde - Grupo de Creación Literaria La puerta Verde.
Integra una decena de antologías nacionales e internacionales.
Colaboradora permanente de Radios, Revistas, Canales, Clases y Charlas Virtuales Nacionales e Internacionales.
Nacida el 1° de noviembre de 1972 en Santa Fe, República Argentina.
Cantante, poeta, escritora, compositora.
Co-Fundadora y Coordinadora General de Arte Poética Latinoamericana.
Representante Argentina ante la Alianza de Creadores Árabes. (Marruecos)
Creadora del espacio Infinitas Conexiones – Amistad en Poesía (junto a la poeta española Mari Callealta Torres).
Miembro de la Sociedad Argentina de Escritores, del Foro Poético de Editorial Al Aire (España), del Círculo Cultural Internacional de Radio Evolución (México), del Grupo de Creación Literaria La Puerta Verde (Argentina) e integra el Equipo Interdisciplinario Internacional "Las palabras no muerden" del Liceo San Antonio (Colombia), entre otros colectivos culturales.
☼ Obtuvo premios nacionales e internacionales en narrativa, poesía y aforismos.
Publicó:
“Desde mi alma al papel” (Poemario disponible en e-book y tapa blanda en Amazon)
“Poemas al mar” Poemario con el poeta español José Manuel Sáiz (Amazon)
“En el río del tiempo” (novela corta) Editorial Grupo de Escritores Argentinos
"Zona poética" (Poemario con Ana María Paris y Gladys Frutos Faloni) Colección La puerta verde - Grupo de Creación Literaria La puerta Verde.
Integra una decena de antologías nacionales e internacionales.
Colaboradora permanente de Radios, Revistas, Canales, Clases y Charlas Virtuales Nacionales e Internacionales.
Contacto:
Muchas gracias Andrea por este espacio, por el buen gusto y excelente estética. ¡Éxitos!
ResponderEliminarExcelente! Siempre es un placer leerte!
ResponderEliminarExcelente amiga mía!!!!!!!! Que majestuoso escenario has creado en mi cabeza!!!!! I M P R E S I O N A N T E !!!!!!!
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