DISTINTO EN LA TARDE
No la buscaba ni me buscaba. Quizás se buscaba a sí mismo. Su descuido era evidente aunque su ropa pareciera elegante. El pelo ondulado descansaba en los hombros como abatido, como si el peso de la no limpieza, lo obligara a ese reposo. La tarde se despedía y nada la diferenciaba de la de ayer o la de mañana. Salvo él. Y yo, cruzándome en su particular trayecto. Lo vi. Creo que él no a mí. O sí, pero no era importante. Yo no era importante ahí. Eso, ya distinguió esta tarde de las otras. A pesar del gris, caminaba lento. Llevaba una bolsa plástica vacía en su mano derecha. Y digo vacía -al menos desde mi percepción- porque pude notar que el poco viento que corría por la vereda, le ingresaba por la boca, curioso, le recorría las entrañas como buscando algo interesante que sirviera de obstáculo a su irrupción, y salía despreocupado y aburrido, sin hallar sorpresas. Tal vez esa era la novedad... Y no sus zapatos o el suéter coral. Todo el atuendo estaba fuera de contexto si se toma en cue...