Mountains

Siempre quiero lo que se oculta detrás de los astros. Cosa que sólo nosotros dos sabemos, y recorre en nuestras voces y oídos.

Adoramos el silencio, y apagar todas las luces cuando hay una puesta de sol, el tono naranja que atraviesa la ventana y las cortinas invade la mitad de tu rostro, la otra mitad es devorada por la oscuridad. Tus labios escarlata son el deseo de cualquier tesorero que haya podido apreciarlos al menos una vez, y yo que he tenido el valor de tenerlos bajo resguardo un par de veces, solo quiero seguir protegiendolos bajo la sombra de los míos.

Nuestros dedos entrelazados, reposando en la pared y sobre nuestras cabezas, el silencio se asienta sobre nuestras siluetas, una lágrima es manantial en tu mejilla y yo oportuno bebí de ella. Me deslicé para sentir tu cuello y rompiste nuestra única regla, que era mantener silencio.

¿Pueden dos corazones esperar tanto un momento?

Tal vez sí, tal vez no. Aunque tus mensajes exigían el poder vernos, que el sol del atardecer provocaba un mar dentro de ti, que las noches eran demasiado frías para soportarlas sola. No te mentiré, que tampoco es agradable la soledad de un café en un balcón, mientras los días sólo mueren, menos con el tono del teléfono haciendo que muerda mis labios.

Y justo ahora podré morder los tuyos, mientras lentamente la luz naranja cae y desaparece, primero pintando tu rostro, tu cabello negro, tus ojos marrones, y por supuesto tus labios escarlata, luego tomarán estos tonos cálidos tu cuerpo semi desnudo, hasta el ascenso de la luz plateada.

En la habitación arropan las preguntas, el tacto será cada respuesta, encontrando cada rincón rasgado por la soledad, lamiendo cada herida que pudo haber dejado.

Pareciera que estoy en un sueño, o sintiendo las montañas. Ya el sol hace mucho nos abandonó, y en breves pausas puedo apreciar tu cuerpo de porcelana, perseguido por una larga sombra que replica nuestros movimientos. Tus manos se sienten como plumas sobre mi pecho y mi rostro, son las que me llevan más allá, y me dirigen al cobijo en tus senos, al despertar otra fase de esta noche y robar cada cosa de ti, hasta que las sábanas no lo soporten.

Una y otra vez volvemos a comenzar, y ya el reloj nos pide dar el gusto al sueño, para luego desaparecer entre la niebla del amanecer, entonces me encuentro con tus ojos, que dicen sólo una cosa:

"Yo no quiero dormir, sólo quiero seguir amándote en las montañas".



Biografía:

Gabriel Parra, 19 años. 
Gran amante de las diferentes formas del arte.

-Actualmente coordinador de: "Lozanía de la Bellas Artes". 
Con el gran objetivo de impulsar a jóvenes talentosos, en diferentes expresiones artísticas.

"Busco plasmar en letras, mis sentimientos.
Pasó de ser un pasatiempo, a un estilo de vida."

Comentarios


  1. Me encanta todo lo que rscribe Gabriel Parra, es muy fresco y natural

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  2. Excelente trabajo. Encontré valor literario. Los giros, el foco o mirada están a simple vista. El autor ya tiene su estilo. Magnífico texto. Fluye y la lectura es liviana. Es una pasada de aire fresco. Muy muy bueno.

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