Shaktis y Eros

Shaktis y Eros eran dos amantes que se habían conocido de otras vidas. Su amor era tan apasionado que cada encuentro entre ellos era encender la hoguera de una pasión que nunca se extinguía. Desde el primer momento en que Shaktis se había entregado a los brazos de Eros, supo que él era el elegido. Sin embargo, ambos vivían a distancia y cada encuentro era incierto en el calendario. Ella era una diosa, él un emperador que siempre tenía diferentes enfrentamientos que lo llevaban a distintas batallas en lugares que no conocía, pero que siempre lo conmovían.

En una de esas batallas, Eros fue lastimado con la daga de la traición y estuvo preso por deshonrar su honor. Mientras tanto, Shaktis sin saber de él, entró en un lago de lágrimas, sus noches eran vestidas de luto y comenzó a tejer esperanzas de que algún día volvería a los brazos de su amado.

Mientras pasaba el tiempo y Shaktis sin saber de él, creyendo que tal vez se había enamorado de otra mujer, tomó la decisión de emprender el viaje hacia la diosa que era. Revisó su placard, y cuántos vestidos observó que ya la aburrían; sus peinados tenían la monotonía familiar, su cuerpo estaba oculto en túnicas que ya habían caído en desuso.

Cada noche, se sacaba las prendas, encendía velas y sahumerios, y jugaba a esos momentos de pasión, de encuentros con ella misma. Comenzó a descubrir la diosa que era, la mujer que tenía su propia voz y su vestimenta. Y cuando asumió quien era desprendía una femineidad que quienes la cruzaban, ignoraban a qué se debía.

Una tarde, mientras caminaba por un sendero lleno de flores, conectándose con ese aroma a árboles, decidió acostarse en el pasto, se descalzó y contempló el cielo naranja y sus espectros de colores. Luego agradecida, se durmió. De repente, sintió que alguien besó sus labios húmedos y al abrir los ojos comprobó que su imaginación la había llevado a creer que tal vez eran los de su amado. Sonrió. Cuando retomó su caminar, escuchó una voz que la llamaba:

—Shaktis, Shaktis, amada mía —expresó una voz masculina y Shaktis se dio vuelta. Era él, su amado Eros.

Apenas lo vio no recordó los años que habían pasado, sino se dejó envolver por todo ese sentir que nunca había olvidado en su cuerpo, sus besos y corrió a su encuentro. Ambos se besaron como tantas veces lo hicieron, sin embargo esta vez fue diferente, ambos eran ellos, integrados en uno. Ya no tenían sombras, sino un amor que los mantuvo vivo desde siempre.

© Cuento perteneciente a "El Despertar de la espartana", 2022, María Pilar Castelli.

Biografía: 

María Pilar Castelli
Nació el 02 de abril de 1974 en La Paz, Provincia de Entre Ríos. Es Traductora Literaria y trabaja en la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional desde 1993.
Publicó sus primeros poemas en la antología Le Croupier 09- 2017. Tiene una fanpage en la red social Facebook, donde expresa como revirtió el dolor a través de la poesía, acompañada de fotos que saca.
Participó en varios retos literarios online en Costa Rica, donde obtuvo varios reconocimientos como Poeta distinguida. Realizó talleres de escritura terapéutica y cuento salvado por la escritura de manera virtual en el 2017, como también otros talleres relacionados con la escritura creativa en los años 2019 y 2020. Formó parte del Diario Raíces en el año 1993, donde publicó recetas de cocina para gente de tercera edad. Colaboró en el Diario Paceño de su ciudad natal en la cual hizo su aporte poético. Participó en la antología “Tierra Fertil”-2018 dictado por la poeta Ivana Szac, como también publicó sus poemas en el poemario “Cadáveres” 2019 Editorial Quelión, y el 27 de diciembre de ese mismo año con la misma Editorial, publicó su primer libro "Rompecabezas al fluir del alma".

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